miércoles, 20 de abril de 2011

El Bobo del Tranvía

Antoñin, recorría las calles capitalinas entre el inolvidable tranvía, medio de transporte de la época hoy extinto.

El amor le llevó a la locura, un amor enfermizo pero filial. Celaba a su única hermana, hasta tal punto de que, cuando la joven tomaba el tranvía para ir al colegio, él la seguía correteando el tranvía, con el fin de vigilar que ningún hombre se le acercaba.

Era su rutina, ir tras el tranvía, una y otra vez, de ida y de regreso, día tras día. Un día su cautiva hermana escapó y lo que más temía Antoñin se cumplió, su hermana se entregó a los coqueteos del a mantazo. Se dice que a partir de entones, el pobre enloqueció.

Divagaba por las calles, tratando de controlar el caótico tráfico santafereño. Perseguía al tranvía, era su fiel compañero.

Hoy no hay tranvía y no hay bobo que lo persiga. Pero el sigue ahí en un semáforo, quizás escondido entre los aires carnavalescos que en agosto llegan a la ciudad, o simplemente recostado en algún balcón o tejado próximo al Chorro de Quevedo.

Si te llegas a encontrar con el bobo del tranvía dale galletitas pues son sus favoritas.
"Hay personas que corren detrás de un sueño, otros, en cambio, como Antoñín, lo hacen pero detrás de un Tranvía"    





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